Dicen que me ha cambiado el rostro, el abultado vientre, el desgano del temple, la mueca por sonrisa, la calma por el carrusel, la justicia, la indeferencia... Ando hacia el frente niño con las manos aferradas al adulto que atrás resiste.
Llueve allá afuera... y en la cabeza revolotea el deseo que el paraguas comunitario no se haya antojado hoy amigo de otra mano que no sea la propia. Cinco meses: tiempo estéril de sustituciones que a ratos resultan odiosas pero necesarias. Sera que acaso he crecido un poco más? De nuevo entonces en el viejo rincón, el acogedor, el carrusel aparentemente detenido aunque nunca a cesado de andar. Llueve acá dentro...
Pienso... estoy... soy un rio, dos casas, la calma... en pasos cortos de tres noches y dos días, que cortan el camino y lo extienden...
silencio: en tus tiempos y mis ratos de fuga perpetua... entrando en los surcos de cada milenio de luz. Son... Atajos?